Sericultura


La sericicultura es la combinación de los cuidados del hombre y el trabajo de un gusano poseedor de la invaluable capacidad para producir, con sus glándulas salivosas, miles de metros del finísimo hilo. Con él confecciona su capullo y se guarnece durante el proceso de metamorfosis que lo lleva a convertirse en una bella mariposa.
La sericicultura no necesita de mucha inversión ni fuerza física, pero sí de dedicación y cuidados de temperatura, humedad, tiempo y limpieza de los animalitos y de la morera. Esta planta les proporciona el alimento durante su corta vida y les aporta el almidón que transforman en una hebra, que puede alcanzar los 1. 500 metros de longitud en cada capullo. Sin embargo, 500 metros de hebra apenas alcanzan a pesar 130 miligramos de seda; por lo que cada metro, convertido en miligramo, resulta ser sumamente caro en valor monetario y en esfuerzo.
La seda es un producto natural que reúne características únicas, y el hombre, inútilmente, ha intentado obtenerla a través de métodos artificiales e industriales. Los japoneses encontraron la manera de disolverla para rehacer nuevamente la hebra, pero su descubrimiento no sirvió de nada. También se han logrado producir delicadas hebras a base de gelatina, algo resistentes al insolubilizarlas con formol, pero se encontró que al contacto con el agua, se hinchaban y perdían toda forma corporal.
En Europa, después de mucho experimentar con vidrio, se logró obtener una estopa de finas hebras pero inconsistentes.
Finalmente, después de tanto buscar, se encontraron hebras de características delgadas y brillantes, a las que se les llamó sedas artificiales, como la artisela, la sedalina y el rayón. Ninguna de ellas ha logrado obtener la resistencia del hilo del Bombyx mor (gusano de seda), que es de 8 gramos, peso que puede soportar antes de romperse; tampoco igualan su elasticidad, ya que un metro logra estirarse hasta 10 centímetros más, sin romperse; y, desde luego, no han superado su consistencia, duración ni finura.
La seda tiene, además, la cualidad de conservar el calor natural, mientras que las imitaciones, por ser un producto sintético, son sumamente frías. Entre su larga lista de atributos, hay que agregar la enorme capacidad de absorción para el agua, los gases y los colorantes; y para cerrar con broche de oro, basta decir que es un magnífico material para aislar los alambres de metal.
Ante la magnificencia de sus creación, sólo nos resta colaborar con ella y aceptar la sentencia: "Imposible igualar a la naturaleza".